Alta sensibilidad

Sintiendo con intensidad
Sintiendo con intensidad

No sé si alguna vez habéis oído hablar de las “personas altamente sensibles” o PAS. Es un término que parece que se ha puesto de moda en los últimos años. Se utiliza para describir a un porcentaje de población (en torno a un 20%) que sienten de manera más intensa. Esta denominación no está oficialmente aceptada por el mundo de la psicología, existiendo desacuerdo entre los profesionales. Sin embargo, leer sobre el tema me ha sido de gran ayuda para reconocerme en las características de este rasgo de personalidad, comprenderme y aceptarme. Esto ha sido lo mejor, porque, cuando sientes que no encajas con un patrón establecido, llegas a creer que algo falla, que eres un “bicho raro”.

En ocasiones, he llegado a pensar que tenía un problema, que había algo en mí que no estaba bien. La intensidad de mis sentimientos me abrumaba y nadie alrededor parecía entenderme. Tu enfado duraba unos minutos, sin embargo, el mío seguía aferrado a mí durante horas como una garrapata drenando mi energía. Le daba mil vueltas a todo. A veces, me sentía frágil, vulnerable. Con las lágrimas siempre a punto de brotar. Siempre. Y por cosas que los demás no comprendían. Otras veces, me saturaba cuando estaba con demasiada gente, aunque fuesen amigos. Entonces sentía la urgente necesidad de estar sola. Me agobiaba tanto que llegaba a provocarme síntomas físicos, como mareos. Los problemas de los demás dolían como si fueran míos. Aún siguen haciéndolo. Todo esto me hacía sentir como si tuviera un volcán a punto de estallar en mi interior. Creo que por eso empecé a escribir siendo niña. Y todo se descontroló cuando dejé de hacerlo.

Pero por fin llegó el día en que comprendí que no hay nada malo en mí, me he aceptado. Simplemente soy una persona muy sensible, o altamente sensible, como lo llaman ahora. No solo lo soy emocionalmente, sino también a los estímulos del ambiente. Puedo percibir sonidos que para otros resultan imperceptibles, conmoverme con un rayo de luz que traspasa las ramas de los árboles, llorar por la belleza de una biblioteca… Puedo apreciar mucho en un simple gesto, ver más allá de las palabras. Sí, siento, a veces demasiado, pero ahora sé que es un maravilloso don y que quizá los que tienen un problema son aquellos que se niegan a permitirse sentir en un mundo cada día más ajetreado y loco. Parece que está mal visto sentir o expresar lo que nos atormenta, y si lo hacemos y sufrimos por no ser capaces de soportarlo, entonces nos recetan unas píldoras para dormir nuestras emociones. Entiendo que haya momentos en los que llegue a ser necesario, pero no que se haya tomado como norma. Puede ser una ayuda, pero la solución se encuentra trabajando sobre el problema.

Sí, siento, a veces demasiado, pero ahora sé que es un maravilloso don y que quizá los que tienen un problema son aquellos que se niegan a permitirse sentir en un mundo cada día más ajetreado y loco.

Almudena Santamaría

Hace poco leí una distopía que hablaba acerca de ello. Los humanos eran incapaces de soportar sentir y tenían que recurrir a drogas para adormecer las emociones cada vez que estas pretendían aflorar. Se habían convertido en zombis, aletargados por la televisión y los psicofármacos, sin establecer relaciones entre ellos, hasta el punto de que la humanidad estaba a punto de extinguirse. Me fascinó esta historia en la que el principal protagonista va descubriendo el desconocido mundo de las emociones, como si fuera un niño, para llegar a comprender que la existencia humana no tiene sentido sin ellas. Son las emociones lo que nos hace humanos; así que sintamos, lloremos, riamos, abracémonos, disfrutemos de la soledad, toquémonos y detengámonos a contemplar el vuelo de un ave o la noche estrellada. Vivamos.

Y a esas dos de cada diez personas que alguna vez se han sentido diferentes e incomprendidas, les digo (y me digo): puede que de alguna manera seamos diferentes, pero nuestra capacidad para sentir, sin duda es un extraordinario don que nos permite ver el mundo con otros ojos. Eso es lo que nos hace especiales.

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