
A veces prefiero no soñar. No me refiero a los sueños o anhelos que se tienen con los ojos abiertos, sino a aquellos que nos dominan cuando caemos desvalidos en los brazos de Morfeo. Aunque la mayoría de las veces creo que ya no sueño mientras duermo, o puede que, simplemente, no lo recuerde. Quizá sea cosa de la edad.
A lo largo de mi vida, he tenido sueños hermosos, otros tan intensos que he llegado a llorar de verdad, y algunos en los que quería gritar, pero era incapaz de emitir ni un solo sonido. Estos son los que no soporto, las pesadillas. Son como una trampa de nuestro cerebro. Estás tan tranquila en mitad de un sueño y de repente: ¡Pam!, todo cambia, la escena se vuelve más surrealista si cabe y se apodera de ti un terror tan intenso que te despiertas gritando o gimiendo de angustia. Pero aun cuando abres los ojos, ese sueño sigue ahí, persiguiéndote, llamándote para que te rindas, para que vuelvas a cerrarlos y te enfrentes a esa situación que, por más que sepas que es irreal, consigue hacerte temblar.
Es entonces, cuando tu cerebro se pone a trabajar buscando formas de escapar y salir victorioso de esa escena que te ha hecho gritar. Ahí empieza la magia, porque ¿se puede combatir lo irracional siendo racional? Nuestro subconsciente nos cuenta una historia que ha construido a base de recuerdos, y nosotros, como protagonistas, debemos tomar el control de la misma para conseguir escapar de la sombra que nos acecha, del asesino, de un accidente o de cualquier tipo de tortura macabra en la que nos hayamos visto envueltos. Tenemos que convencernos de que, con ese giro que se nos ha ocurrido, saldremos victoriosos de una situación sin escapatoria. “Va a funcionar, va a funcionar…” te dices mientras luchas por mantener los ojos abiertos, sabiendo que, cuando los cierres, volverás justo al punto donde lo dejaste. Si es necesario, haremos trampas, porque ¿qué sucedería si no pudiéramos superarlo? ¿Nos quedaríamos perdidos para siempre en el reino de Morfeo?
Y ¿qué decís de esos sueños recurrentes, que se repiten a lo largo de tu vida, siempre iguales, sin que consigas que nada cambie, sin que encuentres una escapatoria? ¿Qué nos quieren decir?
Muchos son los que han intentado encontrar un sentido a los sueños, entre ellos grupos musicales como Metallica, que hablan de ello en esta canción acerca de la figura de The Sandman.
Something’s wrong, shut the light, heavy thoughts tonight
Enter Sandman – Metallica
And they aren’t of Snow White
Dreams of war, dreams of liars, dreams of dragons’ fire
And of things that will bite, yeah
Desde hace tiempo, múltiples estudios han intentado descifrar el significado de los sueños, sin embargo, continúa sin llegarse a un consenso al respecto. Freud fue uno de los pioneros en investigar el mundo de los sueños, llegando a la conclusión de que eran un mecanismo para dar salida a la tensión producida por nuestros deseos reprimidos, ¡cómo no! Estudios más recientes dicen que soñamos para grabar recuerdos o para memorizar o integrar información en nuestro cerebro; y otros, afirman que lo hacemos a modo de ensayo para la supervivencia y para mantener nuestra salud emocional, aprendiendo a procesar las emociones originadas por experiencias abrumadoras. También he descubierto que, al parecer, no todos tenemos la capacidad de modificar nuestros sueños para escapar de lo que nos atormenta. Curioso.
Mientras los científicos continúen sin llegar a un acuerdo al respecto de por qué soñamos, yo prefiero pensar que es Morfeo quien viene cada noche a soplar un poco de arena en nuestros ojos para llevarnos con él a su mundo mágico. Y que tiene sus motivos. Solo en escasas ocasiones, este dios mitológico, nos obsequia con un sueño hermoso que puede llegar a ser una cura para el alma. Sueños que no olvidaremos jamás, porque los sentimos extremadamente intensos, tanto o más que la realidad. Sueños que llegaron para salvarnos, para librarnos del sufrimiento que nos atormentaba y concedernos un poco de paz. ¿Has tenido alguna vez un sueño así?