Esta es una sección más literaria, en la que todo comienza con unas cartas. Unas cartas en las que la protagonista le hablará a ese extraño que, con una mirada, provocó una revolución en su interior; y terminará por confesarle sus pensamientos más íntimos, mezclados con la narración de una historia. ¡Quién sabe!, quizá todas estas cartas algún día conformen una nueva novela.

Hay miradas que son como un tsunami
Querido extraño:
Hoy ha sido el primer día que te he visto. Caminabas con algo de prisa, seguro de ti mismo; a pesar de no tener, en apariencia, algo especial, algo que te hiciese destacar. Hablabas por teléfono mientras te dirigías a un destino concreto en el que parecías seguro de salir vencedor. No pude evitar pensar: Es otro de esos. Otro de esos hombres que se creen importantes, que están varios niveles por encima de ti y ni se dignarían a mirarte porque eres de una clase social inferior y jamás podrías deslumbrarles. Entonces, terminaste la llamada, te paraste a teclear en tu móvil y, contra todo pronóstico, me miraste.

Yo confieso
Querido extraño:
Ha pasado una semana desde que nos… observamos. Y desde entonces, no me había atrevido a volver a aquella cafetería desde la que me gusta estudiar a la gente mientras escribo. Tenía miedo de que nuestras miradas volviesen a cruzarse. Pero desde ese día, tampoco he vuelto a escribir y eso me ha generado una angustia terrible. Necesito escribir más que respirar. No sabes lo que significa para mí dejar mis ideas fluir, soñar, crear mundos nuevos y meterme en la piel de personajes para vivir vidas que jamás me atrevería a vivir en la vida real. Necesito hacerlo. Es una vía de escape de todo lo que me ha roto. Quizá no consiga arreglarme, pero cuando escribo, me siento viva de verdad. Incluso podría decirse que me siento alguien como tú, lleno de confianza en sí mismo. Necesito la seguridad de esa cristalera que me refugia del mundo y me permite observar las vidas ajenas mientras yo paso desapercibida.

Juguemos a un juego
Aquí va mi primera confesión: me siento decepcionada de que no hayas vuelto. La sensación que experimenté fue tan intensa que, si para ti también lo hubiese sido, supongo que lo habrías hecho. Habrías vuelto a buscarme cada maldito día, hasta que me hubieses encontrado.

Mi máscara
¿Y si tú te has cruzado en mi camino por esa razón? Para que descubra quién soy en realidad, para que me atreva a retirar la máscara y pueda dejar de fingir que todo está bien, dejar de contenerme, de medir cada paso que doy…