Hay miradas que son como un tsunami

Mirada intensa

Querido extraño:

Hoy ha sido el primer día que te he visto. Caminabas con algo de prisa, seguro de ti mismo; a pesar de no tener, en apariencia, algo especial, algo que te hiciese destacar. Hablabas por teléfono mientras te dirigías a un destino concreto en el que parecías seguro de salir vencedor. No pude evitar pensar: Es otro de esos. Otro de esos hombres que se creen importantes, que están varios niveles por encima de ti y ni se dignarían a mirarte porque eres de una clase social inferior y jamás podrías deslumbrarles.

Entonces, terminaste la llamada, te paraste a teclear en tu móvil y, contra todo pronóstico, me miraste. Me miraste más de lo que dura un segundo, suficiente para hacerme temblar y que sintiese que estábamos librando una batalla de poder. No sé cómo lo hice, pero logré sostenerte la mirada mientras, con mi mano temblorosa, depositaba mi taza de café en la mesa para evitar derramar el preciado líquido. Me miraste de una forma brutal, como si me atravesases y hurgases en lo más profundo de mi ser, desatando sentimientos oscuros. Jamás me habían mirado así… Giraste sobre tus pies, decidido a entrar en la cafetería desde la que te observaba, pero tu teléfono volvió a sonar y, entonces, dudaste. Te volviste para centrarte en la conversación que te reclamaba, dándome la espalda y yo supe que tenía que huir. Porque esa mirada activó todas las alarmas y una voz en mis entrañas gritó: ¡Vete, aléjate antes de que sea demasiado tarde!

Apuré el café, recogí mi portátil y dejé unas monedas sobre mi mesa antes de salir sin que te dieses cuenta. Me detuve tras de ti, a unos metros de distancia, dudando sobre si era correcto irme así, si quizá merecías una oportunidad, escuchar lo que tendrías que decir. Mientras te observaba, pude sentir tu voz, profunda y áspera, calando en mis entrañas. Sentí el poder de la atracción como una fuerza física real que intentaba atraparme. Luchando contra ella con mi escasa fuerza de voluntad, logré darme la vuelta y me fui, porque vi claro que cuando esa voz se dirigiese a mí, estaría perdida. Hui y no me arrepiento, porque quien desata algo tan intenso no puede traer nada bueno, y yo ya estoy convertida en un desastre tal que nunca conseguiría escapar de tu red. Hoy ha sido el primer día que te he visto y… espero que sea el último.

Deja un comentario